¿Quién es el Altísimo?

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Del Antiguo Testamento

  • Varios versículos bíblicos se refieren a Dios como el “Altísimo”, enfatizando Su suprema autoridad y soberanía. En Génesis 14:19-20, Melquisedec, que es un tipo de Cristo o Cristo mismo, bendijo a Abram, reconociendo a Dios como el Altísimo: “Y lo bendijo, diciendo: «Bendito sea Abram del Dios Altísimo, Creador del cielo y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tu mano»”.
  • El salmista del Salmo 7:17 alaba a Dios por su justicia y se refiere a Él como el Señor, Altísimo.
  • El Salmo 47:2 exalta la realeza y autoridad de Dios sobre toda la tierra como Altísimo y nos llama a temerle o reverenciarle: “Porque el SEÑOR, el Altísimo, es temible; Rey grande sobre toda la tierra”. Dios es el Altísimo porque es soberano sobre el cielo y la tierra, es justo y santo, y es rey sobre todo.
  • Éxodo 15:11 celebra la santidad, majestad y poder incomparable de Dios, mostrando que ningún otro ser se le compara. La Biblia enfatiza la supremacía sin rival de Dios y Su posición como Altísimo. El Salmo 95:3 y el Salmo 97:9 proclaman al Señor como el más grande sobre todos los dioses. Estos versículos no confirman que haya otros dioses, pero sí proclaman Su supremacía sobre todos los seres espirituales. El Salmo 96:4-5 contrasta al Señor con los falsos ídolos, destacando que, mientras que otros supuestos dioses son meras creaciones de manos humanas, solo el Señor hizo los cielos. Dios, como Altísimo, reina supremo sobre toda la creación y es digno de la máxima adoración y reverencia.
  • Dios es Altísimo sobre todo, no solo sobre el reino espiritual. Daniel 4:17 enfatiza Su soberanía sobre los reinos terrenales, afirmando que Él controla el destino de las naciones y nombra gobernantes según Su voluntad, incluso a los hombres más humildes.

Del Nuevo Testamento

  • En Lucas 1:32, se hace referencia a Jesús como el Hijo del Altísimo. Jesús es el Hijo único de Dios. Jesús no nació de descendencia humana, sino de Dios (Juan 1:13). La naturaleza divina de Jesús lo convierte en la autoridad legítima sobre el trono de David. Esta conexión demuestra que, como Hijo del Altísimo, Jesús comparte la supremacía y el reinado de Dios sobre todas las cosas, como confirman otros versículos (Mateo 28:18; Hebreos 1:3).
  • A pesar de la autoridad y supremacía divinas de Jesús, Él se humilló haciéndose hombre para salvarnos de nuestros pecados. Filipenses 2:6-8 explica cómo Él, aun siendo en forma de Dios, no se aferró a Su condición divina, sino que tomó carne humana y se hizo obediente hasta la muerte de cruz. Jesús hizo esto porque nos ama. Murió y resucitó para que todos los que creen en Él se salven y tengan vida eterna (Juan 3:16).
  • Jesús, que hizo todas las cosas, gobierna sobre todo y sostiene todo con justicia: “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen”.

Implicaciones para hoy

Proverbios 9:10 nos dice que el temor del Señor es el principio de la sabiduría. Cuando reconocemos a Dios por lo que es —el Altísimo, soberano de toda la creación—, deberíamos comprender nuestras propias limitaciones y adorarle y alabarle de todo corazón. Esta verdad transforma nuestra autopercepción, recordándonos que no tenemos el control, sino que dependemos de Su gracia y Su guía. Si Dios fuera solo Altísimo, podría ser como un dictador, pero Él es Altísimo no solo por Su poder, sino también por Su carácter. Solo Él es perfectamente bueno, amoroso y verdadero. Y se sacrificó voluntariamente para que pudiéramos salvarnos de nuestros pecados и encontrar la vida. El Altísimo siempre está haciendo lo que es perfectamente bueno para nuestro bien (Romanos 8:28). En respuesta a Su supremacía y bondad, estamos llamados a rendirle nuestras vidas, confiando en Su salvación y reconociendo Su señorío sobre todos los aspectos de nuestras vidas, encontrando verdadera plenitud y propósito en nuestra relación con Aquel que reina por encima de todo. Esta entrega implica no solo una decisión de una sola vez, sino un compromiso diario para alinear nuestros pensamientos, deseos y acciones con Su voluntad. Al depositar nuestra confianza en Él, podemos afrontar los retos de la vida con confianza, sabiendo que el Altísimo está con nosotros, guiando nuestros caminos y fortaleciéndonos en nuestra debilidad. Abrazar el temor del Señor nos conduce a una sabiduría más profunda, ayudándonos a discernir el bien del mal y a buscar la justicia y la misericordia en nuestras interacciones con los demás. En última instancia, vivir en reverencia al Altísimo nos posiciona para experimentar Su vida abundante, donde podemos servirle con alegría y ser un reflejo de Su gloria en un mundo que necesita desesperadamente Su verdad.

Comprende

  • Dios es el Altísimo.
  • El Altísimo es el gobernante supremo sobre toda la creación porque Él hizo todas las cosas por Su poder.
  • El Altísimo no solo es poderoso, sino que es perfectamente bueno, verdadero y misericordioso.

Reflexiona

  • ¿Cómo influye en sus decisiones y prioridades diarias el reconocer a Dios como Altísimo?
  • ¿Cómo influye en su relación con Dios el hecho de comprender Su supremacía como Altísimo y a la vez ver Su humildad y amor?
  • ¿De qué maneras prácticas puede usted honrar y alabar a Dios como Altísimo en sus relaciones e interacciones con los demás?

Ponlo en práctica

  • ¿Cómo se relacionan los atributos de Dios como Altísimo —Su soberanía, autoridad y bondad— con los desafíos del mundo actual?
  • ¿Cómo influye el título “Hijo del Altísimo” en su comprensión del papel de Jesús y de Su sacrificio por la humanidad?
  • ¿Cómo puede el temor del Altísimo, principio de la sabiduría, conducir a una relación transformadora con Dios?