Alejandro el Calderero es mencionado como opositor a las enseñanzas de Pablo (2 Timoteo 4:14-15). Pablo advierte a Timoteo sobre Alejandro, afirmando que le hizo mucho daño y se opuso vigorosamente a su enseñanza. La Biblia no proporciona información detallada sobre su vida u otras acciones, pero está claro que su oposición al evangelio fue lo suficientemente importante como para merecer una mención personal de Pablo en su carta. La actitud de Pablo ante la hostilidad de Alejandro refleja el modo en que Pablo afrontaba tales dificultades: no con venganza, sino siendo cauto y dejando la justicia en manos de Dios.
Alejandro el calderero era un metalúrgico de Éfeso que perjudicó a Pablo, contra el que Pablo advirtió a Timoteo y cuyo destino final quedó en manos de Dios. Suponiendo que el Alejandro de Hechos 19 sea el mismo al que se hace referencia en 2 Timoteo 4, parece que se opuso al mensaje del Evangelio porque se aferraba a su tradición judía. Podría haber defendido a Pablo como otro adorador monoteísta de Yahvé, pero en lugar de eso parece que Alejandro quería distanciarse de Pablo frente a la turba alborotada de paganos politeístas. A menudo elegimos dividirnos y exigir uniformidad en lo no esencial. Hay cosas en las que debemos dividirnos, pero hay otras que son preferencias o prioridades por egoísmo y por no apreciar las diferencias. En cambio, debemos reconocer y apreciar las diferencias mientras buscamos la unidad en lo esencial. La respuesta de Pablo a Alejandro, advirtiendo a Timoteo pero dejando la venganza en manos de Dios, nos muestra una buena manera de manejar estas situaciones. Debemos confiar en que Dios resolverá las cosas a Su debido tiempo. Debemos buscar la justicia y la resolución a través de medios legales y pacíficos en lugar de tratar de vengarnos. Aunque dejemos la retribución en manos de Dios, eso no significa guardar silencio sobre el daño que causan las personas. Aunque las acciones de las personas tengan consecuencias naturales, debemos confiar en que las consecuencias últimas vienen de Dios. Pablo dio ejemplo al denunciar las fechorías de Alejandro, advertir a los demás y dejar la retribución en manos del Señor.
El efecto de Alejandro en el ministerio de Pablo también nos hace pensar en el impacto que podemos tener en nuestras propias comunidades. Nos anima a pensar en cómo nuestras decisiones y acciones pueden influir en los demás. También muestra a los líderes la importancia de proteger a sus grupos de influencias dañinas, ya sean ideas o acciones. Por último, el hecho de que la Biblia mencione a Alejandro demuestra que la Biblia es realista. No solo habla de los buenos tiempos y los milagros, sino también de la dura oposición a la que se enfrentaron los primeros cristianos. Para los creyentes de hoy en día, esto es reconfortante porque demuestra que enfrentarse a dificultades no significa estar fracasando. Por el contrario, estos desafíos forman parte de la vida cristiana, algo que Dios nos equipa para soportar y prosperar.